Si estás por aquí probablemente tus vacaciones hayan acabado, sea septiembre y te estés planteando cómo afrontar esto con una buena salud mental.
Primero de todo: es normal que cuando se acaban las vacaciones aparezca un poco de tristeza, no nos vamos a engañar, de vacaciones se está muy bien.
Si esa tristeza es muy intensa y mantenida en el tiempo, quizás haya algo que cambiar en esa rutina, quizás el cuerpo te esté diciendo: “No vuelvas a lo de antes, porfa”. Al final la tristeza es la encargada de pararte, de que reflexiones un poco, de que frenes velocidad y observes dónde te encuentras.
Eso sí, evita tomar decisiones vitales cuando sientas emociones muy intensas: no es el momento de actuar, es el momento de observar. De cara a la primera semana después de las vacaciones:
- No te cargues esa semana a tope de trabajo y de obligaciones. Volver a la rutina no implica hacerlo de golpe y porrazo, podemos hacerlo suave. Igual que en los coles el curso suele empezar un miércoles en vez de un lunes, o los primeros días los hacen dinámicos para que vayan tanteando el terreno, haz lo mismo contigo. Si es posible, vuelve de vacaciones unos días antes para poder ir asimilando que estás de vuelta, empieza un miércoles para que no tengas que hacer la semana completa o ponte lo que menos carga de trabajo implique para ir calentando.
- Ponte un plan divertido para ese finde. Cuando queremos funcionar desde el castigo, lo único que conseguimos es estar peor. Ejemplo: “qué vaga eres, ¿cómo puede ser que no seas capaz de madrugar?”. Pero si funcionamos desde el refuerzo: “venga, dos días más despertándome pronto y el sábado me voy de ruta por la montaña con mis amigas”, es bastante probable que aparezca la motivación.
- Si durante las vacaciones te has olvidado de otras rutinas, es normal que retomarlas todas a la vez se te haga bola. Empieza por una de ellas: seguramente la rutina laboral no te la puedas saltar, entonces empieza por esa. Poco a poco vete incorporando otras cosas, como rutina de gimnasio o de estudios si es tu caso.
- Compártelo con tus compañeros, seguro que ellos tampoco tenían ganas de empezar de nuevo.
- Piensa en aquellas cosas que disfrutas de tu trabajo y poténcialas.
- Mantén las cosas que te hacen bien. Si durante las vacaciones tener un ratito para cuidar tu cuerpo, pasar tiempo con amigos y familia, poder ir despacio… son cosas que te han calmado y te han hecho sentir bien, dales un hueco en tu día a día.
Las vacaciones son una pausa. Ahí puedes ver qué cosas te hacen sentir bien. No las olvides una vez se acaban.